domingo, 31 de julio de 2016

jirones

No veremos a Ferreiro en directo, y Andrés ya se ha quedado seco de pena.

Ya los andenes saben menos a saliva y lágrimas. Ya los andenes, no hablan bajito.

Santiago, es menos pecado desde que no descubrimos juntos sus rincones. Y los días de calor son un infierno sin sudor de dos.

Me paro frente a los portales rotos, que se han reconstruido con las manos temblorosas de unos desconocidos. Y me hieren, y te hieren en mi recuerdo las astillas que estallan en mil pedazos por dentro, y me hieren. Y, Joder, como dueles.

Que dueles si estás, ya que no estás, y si te marchas me matas.

Yo tan hecha jirones tras tus pasos, tu tan hecho de los jirones de cada uno de mis traspiés.

miércoles, 1 de junio de 2016

A media estación

El destello etéreo de los rayos de sol colandose entre las hojas verdes.

La tierra, llena de hojas y ramas. Tan húmeda después de un invierno largo, demasiado lluvioso, por dentro y por fuera.

Una brisa suave, tibia, que se cuela susurrando entre los mechones de pelo que invaden sus mejillas que e acercaras nuestro tan esperado calor.

El sol, baña los cuerpos pálidos. Y sobre la hierba aún húmeda descansan dos cuerpos cansados que ahogan en besos los gritos de espanto del recuerdo.

Dos cuerpos helados que se rozan sedientos de sudor de noches de infiernos de pasión, que se quitan el frío entre rachas de viento y alcohol.

Como en un bucle infinito a la espera del verano de cielos azules y bañadores descarados. Amores de verano en cuerpos de inviernos.

Risas de niños en cuerpos demasiado desgastados por los daños.




miércoles, 9 de marzo de 2016

Casi un ángel

Y en un cruce de miradas, se desencadenó una tormenta, un estallido de colores. 

Pero cada uno siguió por su camino, aunque nada continuó igual. Él anocheció desvelado por el relámpago atroz que ella llevaba dibujando en sus pupilas. 

Cayó en el bucle infinito, se sumió en la absoluta decadencia, atrapado por la locura. Buscando tras cada rincón su perfume, el aroma fresco de su piel, que con una ráfaga de viento inundó su corazón. 

Naufragó en las tinieblas del recuerdo momentáneo de su rostro, que abarca  por completo su memoria. 

Creyó ver un ángel, e intentando alcanzar su cielo, se desvaneció en las llamas del infierno.







Échale un vistazo a La chica del andén.✍ (@ecoslejanos): https://twitter.com/ecoslejanos?s=08

domingo, 10 de enero de 2016

Ellos

Eran la monotonía de las mañanas de otoño, la rutina de un café a medio acabar y de una puerta que se cierra sin prisas.

Ellos, los que no se despedían de nadie al salir de casa.

 Y luego ellos otra vez. Una chica y un chico en el ascensor. Sonrisas entrecortadas, miradas que van a parar a ningún sitio. Despedidas a media voz que tienen miedo de despertar, despertar esas ansias que se callan que reprimen cerrando sus labios mientras en su interior gritan.

Luego un portal, dos sombras que se pierden en medio de tanta gente, en una vía demasiado transitada, con excesiva cantidad de cuerpo y una gran escases de almas, que se mueven al unisono con el tic-tac de un reloj.


Pasa el día, nada nuevo, y un camino de vuelta a casa.

 Nadie les espera en casa, en el autobús ella sostiene entre sus delicadas manos a un Neruda que no pesa. Y sopesa, otro día más no sabe si volver. Y sueña, ya lo creo que sueña, sueña con viajes infinitos en el ascensor.

Y mientras él, elevando el volumen de su música, se aleja y su sueño se encuentra con el de ella.

Y un portal, un ascensor que se detiene, un chico y una chica, las luces se apagan y sueñan.


Ellos, los que no eran mas que transeúntes solitarios por la vida.

Ellos que no tenían miedo, hoy temían al silencio, temían a que las lecturas durasen eternamente, temían a que la música sonara sin ser interrumpida por los besos, a no llegar con prisas al despertar por haberse acompañado en noches demasiado largas.

Ellos dejaron de no esperar nada, y empezaron a quererlo todo en la vida.


Y yo me marcho, los dejo solos para que ellos hagan poesía, pues yo ya les he dado palabras cargadas de vidas.


Ellos no tienen nombre, porqué ellos están por todas partes. Habitan en cada uno de los suspiros, de las miradas fugaces.

 Ellos son parte de esos silencios incómodos que no buscan palabras.

viernes, 8 de enero de 2016

Daños colaterales

Yo ya no sé si vamos o venimos, si somos juntos o por separado. 

Nos volvimos suicidas en vida y vivimos en una muerte anunciada por el tic tac del reloj. Nos volvimos cenizas y olvidamos apagar las rachas de viento, de esas que desordenaban mi pelo y tu apartabas para besarme.


Fuimos en pasado, y ahora en presente también fuimos. Nunca dejamos de ser lo que ayer fuimos, y a la vez nunca dejamos el pasado atrás para ser hoy o mañana, o simplemente un futuro de dos segundos más, de un beso tan largo como la luna.


Nos hicimos llamar "daños colaterales" supongo que no había muchas más formas de llamarnos sin necesidad de nombrarnos.


Y luego llegaron las noches de insomnio, al escuchar la lluvia y el viento fuera, intentando frenar el diluvio por dentro. 


Llegaron los días de buscarnos por las aceras repletas de nada y de todos los recuerdos, de todas las promesas de balde. De ti y de mi, de nosotros, los furtivos. 


Ahora solo quedo yo, en la misma habitación y el reloj que ha perdido su encanto ahora ya solo cuenta el tiempo, antes era la banda sonora de mi espera a tu llegada. 


Ya no habrá sinfonías esta noche, ni serán nuestros cuerpos los instrumentos a afinar.


Fuimos un disparo certero, al medio día de un invierno demasiado largo, ahora ya somos tan sólo una cicatriz en medio de un pecho demasiado baldío. 







Que ya no sé si estamos a medio construir, o parcialmente en ruinas. Tan sólo sé que somos los daños colaterales de nuestras tormentas, con tarifas demasiado bajas, consecuencias demasiado altas.










lunes, 4 de enero de 2016

Bailes de colchón


Siempre nos quedamos a medias. A medias palabras, a medio camino de los sueños. A media vida de un mañana que no llega.

Diciendo que de medias naranjas va la cosa, y a mediados de diciembre ya pasaron por nuestro colchón más medios que nombres, esos nunca se recuerdan, y es que si no hay nombre no hay pecado.

Y así,  a medias, buscábamos calor a mediados de diciembre. Cuellos altos y abrigo abrochados hasta arriba, los medios los dejamos para las noches cuando ya el alcohol calienta desde dentro.

Quisimos ser de los que ensayaban a solas durante noches eternas los pasos de nuestros bailes de colchón, que probábamos diferentes compañeros, para acabar con quien ya se lo sabía tan bien como nosotros.

De esos que sentían el ritmo dentro y que en la fusión se dejan llevar.

Aquellos a los que les palpitaba el sexo al ritmo del corazón, que desvestían corazas y arremetían contra un enemigo de recuerdos cargados.

La pareja de baile favorita a la que no le interesaba ser juzgada.

Te espero como siempre en la misma pista de baile, con los mismos pasos para caer rendidos otra vez a nuestros bailes a nuestro acto de fe. Volver a pisar la pista de una habitación con número.

domingo, 3 de enero de 2016

Volvernos a ver como llueve en Sevilla

Y aquí estoy yo a medio romper,
siendo más bache que persona.
Y ahí estás tú, dándole la espalda a la piedra,
y los dos con el mundo patas arriba,
sin saber como unir la grieta.

Éramos ilusiones. De esas transitorias, las que nos atacaban al abrir un regalo en navidad. Las de comprar un billete de lotería, para arrugarlo en un bolsillo al poco tiempo.

Éramos ilusiones de esas que se marchan con la realidad.
Para atacarnos con más fuerza que nunca al poco tiempo.

Éramos de esos acostumbrados a ir y venir, para atacarnos con los labios después de mucho tiempo. De esos que se abalanzan contra el cuerpo ajeno, buscando sentir lo que no nos da el nuestro.

De los que disfrutaban con cada embestida, pero mejor que fuera en la cama que en la vida.

Y joder, como le temblaban las manos al oír tu nombre, pero que bien disimulaba la tía.

Como siempre música de fondo. Algo de Andrés Suarez, y el volumen a tope.
Supongo que iba de evadirse, de no pagar las consecuencias.

A fin de cuentas la Bella durmiente quizás solo quisiese dormir, puede que estuviese cansada de esperar al príncipe azul que siempre llega tarde.

 Puede que se pinchase para poder descansar.

Puede que el príncipe no llegue a tiempo, otra vez, y que tu y yo nos volvamos a abandonar a nuestros bailes de colchón.

Para luego volvernos a ver como llueve en Sevilla, ahora ya sin compartir paraguas.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Puede que me haya perdido en ese infinito del que no podemos huir. Y que hayamos dejado de ser.

Y aún recuerdo como quemaban las yemas de tus dedos recorriendome, fuimos en subjuntivo, quizás sin nunca llegar a ser.

Yo frente a esta lluvia torrencial de palabras que están mudas, sin ser capaz de articular ni tan solo una de ellas. Pero por dentro gritan, elevan su volumen hasta hacer estallar mi cabeza, y yo, sello los labios a cal y canto.

Ya no hueles, ni huelen mis sábanas. Ya no eres, ni volverás a ser. Ya no escribo, me enfrento a una pantalla en blanco y una aglomeración de palabras.

Me encuentro frente a la entrada del metro, abarrotada, colapsada de viandantes, cielos, como me cuesta recordarte.

Nos estamos acostumbrando a la distancia a faltar, y es raro estar.

Y no me entiendo ni yo, esto es el caos original. Ya no escribo, vómito palabras sin ton ni son.

Me refugio en mi mundo onírico particular, puede que pronto me vuelva desde allí, por ahora habito en este sueño.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Hueles (con Javy)

Hueles

Hueles a hasta pronto, a cinta de embalaje y prisas, hueles a fugacidad de una noche de verano y te has quedado dos inviernos.

Hueles a noches en vilo, a besos de estación, hueles a despedida. A que quiero que te quedes conmigo, aunque no tengas un buen motivo.

Hueles a un después que no llega, a la última mirada desde el otro lado del andén. Y dios, ya no hueles más que en mis sábanas. Hueles a promesas de café por las mañanas, y a abrazos por la espalda.

Hueles a lluvia recién mojada sobre la hierba, a rosa recién cortada. Hueles a la tranquilidad que me das en mi cuerpo, al escuchar tus suspiros tras decirme: te quiero.

Hueles a besos por el cuello y a algún que otro poema de Bequer. Hueles a siglos de historia, a mitos y leyendas. Hueles a noches de sueños enredados. Y hueles a fuerza, a ganas de querer quedarse y a un no sé. Hueles tan a ti, que haces que mi piel ya no huela a miedo.

Hueles a recuerdo. Pues si bien hoy te tuve, también se que mañana no te tendré. Pues no se que hacer para que te quedes o que debes tu hacer, para que no me vaya yo también.

Y ya lo dijo Neruda, es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Y tu eres incertidumbre, un no sé constante de carne y hueso. Y yo aquí estoy repasando los pasos de nuestro baile, que no hay música que no suene a ti , ni olvido por largo que sea que no huela como hueles.No se si olvidaste ya nuestro ultimo beso. Pero quizás un día, oliendo cualquier cosa, la más mínima de la rutina, hara que haga que te acuerdes de mi.

Y me huele a lluvia, a tormenta que se acerca. Huele a huracanes de recuerdos que no quieren dormir. Me huele tan a ti que te siento aquí.

Y me huele a esperanza, a saber que aunque se muy bien que no regresarías, tengo la seguridad de que encontraré a otra persona con la que compartir mis sentimientos y pensamientos más profundos. Con quién despertar, reír y soñar, pese a ser tu con quien aprendí a amar.

Me enseñaste a amar y a morir de amor. Y ahora me dejas aquí sin haberme enseñado a olvidarte, a borrar la huellas de tus labios por mi piel. Y no, esta lección no la quiero aprender. Quiero que continué oliendo a café por las mañanas, y que los buenos días sean abrazos. Que no haya ganas de salir de la cama, que sea nuestro barco a la deriva.

Me acuerdo cuando nos besabamos y en vez de salir a la calle nos daba pereza por estas abrazados en la cama. Me acuerdo cuando me decías te quiero tras habernos picado entre cosquillas y jugueteos con la almohada. Me acuerdo lo que sentía y si eso no era felicidad, por lo menos, era lo que más se parecía.

 Soñábamos un sueño infinito, y sin cerrar los ojos. Éramos ilusiones transitorias que se quedaron estancadas en un beso, profundo, cargado hasta las trancas. Igual que van los gintonic desde que no estás.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Posdata: te quiero.

Posdata: te quiero. 

Eras el de los andares graciosos. El que se quedaba hasta las tantas por mi, y con el que me dormía hablando. Eras poesía de la buena de esa que cala en lo más hondo. 

Cielo eras un gran conjunto de incongruencias, y eras los versos de Neruda que nunca olvidaré. Eras presencia aún en tu ausencia porque todas las canciones me hablaban de ti.

Eras mi salvavidas, y mis remos. Mi fuerza en las decaidas. Mi amor platónico y mi amante. Eras mi enamorado del amor cortés, y yo la "señor" que no se pudo resistir.

Eras mi equilibrio y mis constantes. 

Sé que soy la que te llama cursi, y la que le cuesta recibirte sabiendo que te vas, quiero menos reencuentros y despedidas más largas, que duren años. 
Y es que hay gente que habla de suerte. Yo digo que ojalá siempre nos quede diciembre. Ojalá siempre nos quedemos. 

lunes, 7 de diciembre de 2015

escribo...

La habitación está oscura. 

Por la ventana entra la luz tenue de la farola de enfrente, no alcanza a iluminar la puerta y yo, me conformo con pensar que por eso no veo la salida.

Dicen que si un escritor se enamora de ti, nunca morirás. Y yo, yo escribo para no morir, porque sé que ningún escritor se enamorará de mi.

Regalo mis líneas rotas a medio acabar, cargadas de falta de ganas, de fuerzas fallidas, a quien las quiera.

Regalo mis palabras vacías que van directas al pecho, a alguien que entienda que el recuerdo acecha, como solo yo puedo sentirlo adentrarse bajo mis sábanas, y luego se marcha riendo, dejándome con el suspiro en los labios. Me piden palabra más bonitas, realidades garabateadas con menos espinas. Lo hacen sin llegar a comprender, que en estas líneas mal construidas de millones de errores, se escapan rompiendo en mil pedazos mi existencia los gritos que llevo dentro, que aunque no encuentren consuelo en las palabras se vuelven tangibles y se marchan de mi interior, volviendose peso en el papel y no en la conciencia. 

Y son esos días en los que no hecho de menos a nadie del pasado, tan solo a mi, pero yo quedé muy lejos ya.

Quedé en un invierno que no calaba, y una primavera que en lugar de florecer se marchitó, me perdí en este horrible sitio, la realidad, mi realidad. 

Y que importa si las palabras son tristes o si no agradan a todos.

Yo escribo para seguir con vida. 

Para odiarme un poco menos. 

Para poder amarnos un poco más. 

Escribo porque somos imperfectos, pero sobre todo porque nunca deberíamos buscar la perfección. 

Los paisajes más bonitos no lo son, las mejores personas vienen hechas mierda por dentro.

Escribo porque aunque ningún escritor se enamorará de mi. Espero un día poder creer que me merezco a quien me ama.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Llueve.

Noches en blanco, y una mirada clavada en el techo.

Demasiados reproches, y un derroche de éxtasis que recorría sus venas.
Esa? Sí, esa. Esa, tú! Ella que ve pasar el tiempo y lo deja marchar. Esa que cree que la vida es un lienzo en blanco que no debe pintar.

Esa? Tú? No, yo.

Fuera llueve.

 Lo sé, oigo el repiqueteo constante de la lluvia. Y cala, cala hasta los huesos. No he salido, en verdad casi nunca salgo desde que no estás, pero hoy la excusa es la lluvia.

He asomado unos delicados dedos blancos seguidos de una frágil muñeca, tan blanca y pálida, que casi era traslúcida. He traspasado el umbral de esta ventana apenas abierta y he tocado la lluvia. Ha sido simplemente, por sentir algo. Porque desde que tu no estás, no siento nada.

 Me mantengo en un limbo constante.
De días fríos y nublados, y noches, bueno noches aún más frías y en blanco.

Mi mente siempre en blanco no vaya a ser que a tu sonrisa se le de por aparecer, o a mi memoria por recordarte.

En blanco.

Un lienzo en blanco nunca puede hacer daño.

Somos retales, retales de una vida de caídas y algún que otro progreso. Y no sé, también nos formamos de puntadas de hilo, esas que nos dejan los desconocidos que llegamos a conocer tan bien.

También somos vivencias, reuerdos clavados en la memoria que se niegan a abandonarnos, que nos quitan el sueño por las noches, y otros que nos dan mas ganas de soñar.

Y es que hay quien llega a tu vida para ordenarla, para centrarte y quien interrumpe atropelladamente poniendo patas arriba nuestro pequeño universo, provocando aún mas desastres en nuestro ya de por sí enrevesado caos existencial.

Hay quien te pinta una sonrisa en la cara y quien te hace cosquillas hasta que no puedes dejar de reír y no tienes más necesidades que la de un abrazo infinito.

Está quien te inspira, y quien lleva las palabras grabadas en sus ojos .Y te invita a no dejar de leer.

martes, 17 de noviembre de 2015

Turismo emocional

Turismo emocional. La niña del andén nueve y tres cuartos. La que espera en la estación la tan esperada llegada. La que se mira mil veces en el reflejo del móvil mientras se le va acelerando el corazón.

Es esa chica desaliñada. La de despertares revueltos. La del ¿que me queda?. La del ¿tanto vale?.

Esa chica que quiere cambiar el mundo. Que llora intentando entender el porqué. La que se leyó de arriba a abajo un "que hacer".
La que no hace más que pensar, la que pregunta por la realidad y solo recibe un pensamiento impuesto, esa chica que piensa a escondidas, que pregunta bajito arropada por la oscuridad de la noche a la almohada como acabar con el dolor. Y mi niña, mi chiquilla de alegres mejillas, hasta que se le enseñe al ser humano a practicar la humanidad, no dejará de haber dolor.
¿Y sin embargo, que es la humanidad, sino ser humanos, imperfectos y ansiosos? Depredadores de su propia especie.

La niña del andén nueve y tres cuartos, ya no es una niña. Ya está rota por el dolor. Ya ha descubierto que crecer no da respuestas, que no hace más que generar preguntas.
La chica, sí, la chica de pensamientos oprimidos. La que ha descubierto que la paz no es más que un concepto. Y con este va ligado el miedo, pues si hay paz, también debe existir su contrario. La niña ha entendido que no todas las flores florecen en primavera. Que el mundo que la rodea es demasiado cruel y está lleno de intereses, como para valorar la vida, simplemente por eso, por ser vida. Ha comprendido que tanto tienes, tanto vales.
La niña del andén nueve y tres cuartos. La que espera en la estación la tan esperada llegada. La que se mira mil veces en el reflejo del móvil mientras se le va acelerando el corazón. Ya no espera. Ha llegado su tren, demasiado lleno de averías y retrasos. De colisiones y evasiones. De paradas. De principios in media res. Bienvenida a tu tren de turismo emocional.


PD: "si algún día consigues volver, no te olvides de visitarme, chica, yo soy la niña que seguirá jugando. Que aún quiere luchar por su sueño".

jueves, 29 de octubre de 2015

Realidad anestesiada

Lleva demasiado tiempo en la mierda del recuerdo. En la oscura caverna de Platón tan ciega y a la vez tan rota por tantas noches de ojos como platos.

Tan resquebrajada, por dentro óxido y escamas, por fuera diamante imposible de romper. Pero tan huidiza de este mundo que no se ha dejado pulir.
Navega en las corrientes de este río para arrasar sus esquinas. Para dejarse la piel en cualquier cama buscando alguna medicina. Nunca recordó ningún nombre.

Una vida llena de imágenes de imágenes. De realidades disfrazadas.
De ojos cerrados a cal y canto que no se sabe bien si duermen. De noches de sueños que nunca tuvieron ningún testigo. De pastillas para la resaca que se fundían su cerebro. Pero así no dolía. Así soñaba con soñar. Con aún tener esperanza.
En el terreno de los sueños nos encontramos con matices que van más allá de historias felices.Realidad anestesiada. Herencia de la generación perdida. Del boom de la libertad, ee descampados llenos de jeringuillas.

domingo, 18 de octubre de 2015

"A cinco abrazos bajo cero"

Si vuelves nos vemos al primer beso en punto. Junto a la tercera caricia bajando por la espalda, todo recto hasta el infierno.

No me juzguez si no sé medir el tiempo, si confundo los días y las horas con besos y caricias. No me juzguez si al pensarte mis manos buscan las tuyas y esta noche solo me encuentran a mí. A mi ser repleto de ausencia.

No me juzguez si mi piel desea tu piel. Si mis piernas buscan tus caderas para enredarse esta noche.
Mis manos recuerdan el tacto de bajar por tu espalda mientras mis uña van a clavarse, ahora estas manos sólo encuentran mi cuerpo tendido en una cama demasiado fría, y se deslizan por el contorno de mi figura hasta clavarse en mi soledad. Mientras en mi pecho se clava el puñal de recordarte, de sentirte tan lejos que resultas inalcanzable.

Mientras la luna me escucha sola. Enloquecida. Y el llanto, no entiende que no es el momento. Dejo de ser yo y me acobijo y me retaigo sobre mi misma.
Vuelvo a las noches de penumbra en las calles, donde me envuelve la oscuridad más abrumadora de todas.

Han vuelto, han vuelto los despertares con el rímel descolocado. Los labios rojos borrosos. Despertares sucesivos. Buenas noches de excesos que podrían no ver un amanecer más.
 Miradas descolocadas, con la mente demasiado colocada. Ecos de música nocturna, mientras el la cabeza solo resuena Bob Dylan.

Y en la calle un vestido demasiado escueto,gente pasando. Como amigos y justicieros la botella de Ballantine's y el billete enrollado.
Como rutina tu mirada en cada rostro, tu aliento en cada racha de aire.
Viento de invierno que me mantiene a cinco abrazos bajo cero. A un suspiro del cielo. A una raya del infierno. De ese que bajaba todo recto por la espalda. Ese para el que cogí billete aferrada a tu cintura. Tú te quedaste en tierra, yo continué descendiendo hasta las profundidades. Demasiado tiempo llevo huyendo de las garras del pasado. De tus besos por mi cuello.

10:00 de la mañana olor a café y ruido de trajín en la cocina. La persiana a cal y canto. Ni una gota de luz por la ventana.

viernes, 25 de septiembre de 2015

"Yo le rompí el corazón a un dragón"

Eres el incauto que se confió ante su suerte, demasiado arrogante.

Y ella es la que prefería besos a traición, antes que un buen revolcón. Ella que no soportaba los lechos baldíos. Tú que no la supiste valorar.

Ella tan golondrina, tú tan plomo en el pecho. Y joder que ella se moría por ti.
Pero moría por ti entero, no solo por las migajas que te dignabas a darle.

Si la hubieras visto como yo...tan rota, que prefiere no acercarse demasiado por miedo a dañar. Tan frágil, que prefiere no esperarte para no desilusionarse.

Pero pese a estar rota y frágil, es valiente, quizás demasiado valiente para ti. Te abrió de par en par las ventanas de su quebradiza torre de cristal. Y tu? Tu entraste dando portazos y haciendola tambalearse. 

Ahora ella tan rota, tan frágil, habita en sus ruinas y tú en su memoria. Ahora tú tan tú que asustas, te marchas, hieres, abandonas...

Y así otra vez mas el príncipe azul demostró no ser tan azul, y la princesa dejo de construir castillos en el aire para descender veloz el río, rumbo a ninguna parte. Rumbo a la memoria. Pobre príncipe azul, que ya no la logró olvidar...

Que sientes en las noches de cama vacía, cuando ella ya no tiene fuerzas para un buenas noches? Que sientes ahora pequeño príncipe al ver que en realidad eras dragón?  

"Yo le rompí el corazón a un dragón"

martes, 22 de septiembre de 2015

Amanece, septiembre. 



Amanecemos, bajo un sol que no quema la piel, al capricho de una brisa que cala hasta los huesos. 

Amanecemos a duras penas con el sonido de la alarma de fondo. Septiembre ya se nos escapa. Igual que se escaparon entre unos labios tintados de exagerado carmín rojo, los últimos suspiros en un andén. 

Se nos escapa Septiembre, éxtasis de recuerdos que ya no arropan al anochecer. Y son acompañados por copas de vino que ocupando ahora el lugar del carmín se apropian de esos tiernos labios.
Labios que ya no descienden tan al sur. 
Labios que ya no deshacen otros labios en medio de arrebatos de calor. 

Ya no hay sol que caliente la piel, ni piel que queme otra piel. Ya los recuerdos se enfrían junto con la rutina de un café en la cocina, y la banda sonora de un reloj que solo marca las horas, que ya no marca los momentos, pues no encontramos en las calles mojadas más esperas ni más ansias que las de volver a un lecho vacío, a un álbum de fotos corrompido por la soledad.  

Las heridas de la piel ya son comunes, ya no llevan nombre y apellido. La precipitación y las prisas solo las causa el horario. Y ese horario no tiene huecos vacíos no hay lugar para la sorpresa, para la locura. Ya no le queda lugar apenas para la añoranza, para el deseo de las noches de recuerdos de voces demasiado cercanas, de alientos que se confunden. 

El carmín rojo ha sido desterrado al fondo del cajón, lo ha borrado un rosa pálido que se pierde en medio de un rostro blanco, y quizás demasiado blanco. 

Amanecemos cariño, más lejos que cerca. Aún con el deseo de viajes hacia el sur, aún con la geografía pendiente. Despertamos sobre lechos de cenizas en los que hubimos volcado un fuego aterrador. Capaz de encenderse en medio de un océano.

Amanecemos sin nunca llegar a despertar, nos deslizamos sobre los rieles ya marcados sin pensar, porque pensarlo duele. Porque es más fácil hecharle la culpa a Agosto que nos hizo creernos invencibles. 
Solo eramos un par de imbéciles que se creyeron en un eterno Abril. 

Le rezamos demasiado a Baco, le tomamos la copa que nos tendía sin miedo y aceptamos su desorden. Pero el tiempo lo pone todo en su sitio. 

Ya son las 6 de la mañana, amanece, y el despertar viene acompañado de dolores de cabeza y un álbum de fotos caído. Septiembre corre veloz.

martes, 1 de septiembre de 2015

Mas allá del verano

Se sumieron en el bucle infinito de los paseos por la playa en las noches de verano. Se abandonaron al tacto frío de la arena,  que quemaba bajo sus cuerpos enredados. Sin mas testigo que la luna, sin más tiempo que el mercado por el ritmo de sus latidos.

Hicieron de un verano un universo paralelo sin pensar en el otoño, que no perdona ni a la brisa cálida de agosto, ni a los despertares sin horarios ni relojes.

Se quemaron tanto aún a sabiendas que los días de lluvia dolerían más tras los cristales humedos, ahora que ya las playas se van volviendo horizontes de sombrillas olvidados.

Se volverá temprana la hora de recogerse, este invierno se cobrará cada hora de mas que le robamos al verano. Y me pregunto yo, que pasará con los abrazos que desperdiciamos los días de calor, cuando el invierno se adentre en un limbo escondido tras la puerta de una habitación que aguarda a dos cuerpos entumecidos ya del placer, demasiado exhaustos de malgastar calor.

martes, 11 de agosto de 2015

Soy el zigzag interminable, que sorprende tras la siguiente curva.

El descenso, el último suspiro encadenado con el acorde final de una canción que suena taladrando la cabeza, hasta volverse eco.
Mientras el sonido y los latidos disminuyen, volviendose apenas perceptibles, demasiado bajos para algunos, casi despreciables.

Con complejo de barco errante, destinado a estrellarse contra el iceberg mas grande de todos, ese del que nunca podrá escapar, que continúa bajo un océano de agua fría capaz de despertar la conciencia justo antes del fatídico golpe final.
Para quien nunca esquivó un bache ni rodeó un charco, las despedidas son algo normal algo más, quizás ese sea el error que nunca tuve miedo a los finales, pero si me aterraron los inicios, el último vistazo al espejo antes de salir, el reflejo del que nunca te puedes fiar.

Que nunca son las imágenes ni las palabras las que mienten, son los ojos y los labios, son las personas.
No son las ganas que se van son tan sólo las decepciones que llegan, abarcando y destruyendo todo lo anterior, pues una palabra tan sólo una palabra en falso mantenida lo puede hacer tambalearse hasta tal punto que que la mas insignificante mota de polvo puede hechar abajo los restos. Las ruinas, pero para que haya ruinas primero tuvo que haber algo, y supongo que por eso nos quedamos, por que da menos miedo quedarse en las ruinas que empezar de cero.

Pero eso solo lo entenderá aquel capaz de ver mas allá, a fin y al cabo quien hiere es quien nunca entiende, cuan frágiles son las ruinas, ruinas que ya no quieren reponerse, que ya no creen ni un susurro del viento de mayo.

Soy el zigzag interminable, que sorprende tras la siguiente curva.
Soy la misma curva viva que nunca termina. Que no quiere palabras vacías, que no quiere ver como cada curva anterior merecía mas que ella.

martes, 28 de julio de 2015

Gaudí de escarcha

Tenia una sonrisa de hielo y el corazón de acero, sus sentimientos no estaban acorazados, tan solo rodeados de una larga lista de decepciones.

No perdía las ganas, tan solo perdía el tiempo; y se quedaron sin oro sus cabellos, y la sonrisa de hielo los volvió escarcha.
Zurcaba con las manos el mapamundi de sus gestos ya marcados en el veterano rostro, grabadas sin tinta las heridas, mas tenaces y resistentes que cualquier aguja de esas que abandonó la generación perdida.

Su figura, mosaico enrevesado cual obra de Gaudí demasiado cansado de correr salpicado por la espuma del mar; que dejó en su piel el ingrato sabor a sal, que se torna amargo con el paso de los amantes, siempre demasiado cumplidores con la letanía de la despedida que ya le sonaba a banda sonora de uns vida de cristales rotos.

domingo, 28 de junio de 2015

Un Van Gogh loco

Con trazo fino delineaba cada uno de sus rincones.
Aún temía que los nervios la delatasen otra vez, el papel como siempre, confidente. Mientras la pluma valiente, sigue dejando fluir todo lo que siente, y la mano nerviosa teme que la realidad ataque otra vez. Que su historia sea un Van Gogh loco, que las lágrimas se mezclen con la pintura. Teme que ya no haya noches estrelladas que pintar, su razón vive preguntando al corazón que pasará si la habitación cambia de color o si simplemente el color de las paredes se acaba.
Que será de los murmullos, de los gritos, del placer y de las risas, en que se tornaran?

lunes, 27 de abril de 2015

Si te quedas..

Si te quedas...

Si te quedas, no puedo ofrecerte sólo lo mejor de mí. Te ofrezco lo bueno y lo malo. Mi risa y mis lágrimas. Enfados tontos y mis caricias. Besos en el cuello y mordiscos que te hagan recordarme toda la semana.

Te doy todo lo que soy. Mis momentos buenos y, también, los que a nadie mas daría.

Tan solo eso, llamemoslo todo.
Todo pues te ofrezco. Lo que te hará quedarte y lo que te dará ganas de marcharte. Eso sí...
  
             Tan solo si te quedas...

martes, 7 de abril de 2015

Algun que otro 21


Sonrió, últimamente siempre sonreía. Como era obvio nunca le dejaba ver que él era el motivo, pero esta vez sonrió por que lo había notado. Había sentido ese leve cosquilleo al rozar sus labios.

Se moría de ganas de verle, de dedicarle todas y cada una de esas palabras que tenía calladas, pero el miedo amordazaba sus labios de una forma tan mezquina que la desquiciaba.

Entonces encontró la forma de liberar todo lo que sentía soltándolo al viento.
Él
nunca lo supo pero cada uno de sus enfados, de sus ataques de celos eran provocados por ese, y si...?

Pues ella se daba cuenta de que cada día le quería más y más.
 
Amaba cada uno de esos momentos a su lado, sus tonterías.

Lo amaba a él.

viernes, 27 de marzo de 2015

Ecos lejanos

La encontró con los brazos apoyados en el alféizar de la ventana y la mirada perdida, acercándose un poco mas pudo escuchar en medio de susurros aquello que jamás le había dicho...

Sería tan fácil tumbarse a contar las estrellas, todas aquellas que iluminan el cielo de media noche que retumban en ecos solitarios demasiado lejanos, demasiado fugaces, pero son solo eso ecos muertos que se ya hace tiempo que se han perdido, puede que en medio de mil ecos mas que también han seguido su camino.


Y sí, sería tan fácil tumbarse a intentar contarlas acallando los rumores de su perdida...

Por que a veces nos dedicamos a recordar ecos lejanos del pasado y de pronto chocamos con una realidad con esa que nos hace bajar la vista del cielo a nuestras manos entrelazadas y quien sabe quizás nos volvamos algún día ecos lejanos, estrellas en medio de un anochecer oscuro, pero esta noche solo quiero recordar la luz de tus pupilas clavadas en mis pupilas antes de irme a dormir.


La tomó de la mano y se fundieron en un abrazo, que dio lugar a besos, besos que fueron descubiertos por el amanecer...




Palabras

La ciudad aún dormía, en realidad esta ciudad siempre dormía. Limitaba su existencia a un bucle continuo de transeúntes que seguían su camino como monótonos cuerpos sin alma.

Eran las siete de la mañana otro día más un hombre despertaba en la puerta de un cajero, otro día más calado hasta los huesos. Mira a la gente pasar escucha sus conversaciones, no por cotilla, la escucha con miedo de olvidar su sonido de olvidar la increíble magia de las sílabas al deslizarse por los labios de la gente para, al instante siguiente estallar en una súbita música.
Pero el hombre sorprendido después de ya mucho tiempo sin ser parte de una conversación, escucha.

Atónito busca en su memoria pues ahora al escuchar a los monótonos seres que él recordaba como personas no escucha nada. Todo sonido producido se ha vuelto vulgar, han cambiado las palabras por simples monosílabos, por sílabas inconexas con el mismo valor que tendría para el una  moneda de tres euros. Acaso habría dormido tanto que también las monedas habrían cambiado?

Se remueve incómodo entre sus mantas y cartones. Que le han hecho a las palabras? A la magia? A los sueños?

Ha muerto, todo lo que el había amado había muerto. Rosalía, Antonio Machado, Becquer... Que le habían dado sentido al ya natural orden de las sílabas, ahora ya no había tiempo para la magia.

Huyó impávido, dejándolo todo atrás, el calendario seguiría pasando sus páginas sin que nadie recordase al mago de las palabras, pues ahora ya nada dura demasiado .

lunes, 23 de marzo de 2015

Playa

Hay algo en las playas que llena el alma de paz. El tacto áspero de la brisa del mar sobre la piel que te llena de melancolía envolviendo suave pero firmemente tu cuerpo en un torbellino de recuerdos y así tan pérdida, tan vacía me encontré yo a la mas bonita de las coincidencias.

Dicen, si mal no he oído que siempre encontramos lo que necesitamos donde menos nos lo esperamos, puede ser verdad o puede que tal vez yo llevase esperando esa playa desde el mismo momento de mi nacimiento. Me gustaría pensar, sin sonar demasiado ególatra, que ella me esperaba a mí.

Que llevaba años aguardando mi llegada y cuando por fin aparecí decidió bañarme con su fría mar, sin poder apenas controlar su emoción que mismo el doblez delicadamente planchado de mi pantalón se vio salpicado por su efusivo saludo.

Ahora bien, en esa playa donde aguardaba calada hasta los huesos, encontré lo mas valioso que puede encontrar alguien. A sí mismo.

viernes, 20 de marzo de 2015

Rutina

Ella llegó a casa tan cansada como siempre y la casa la aguardaba tan vacía como siempre.
Nada había cambiado desde el día anterior, se quitó la camisa como si así se despojase de su absurdo disfraz. A la camisa le siguieron sus pantalones.
Y asi, dejando un rastro de ropa de la cual se desprendía con indiferencia mientras que con su mano libre se aferraba a la botella de vino, se dirigió a su ya tan conocida habitación.

Que irónico resulta que se deshaga de todo aquello que le estorba para, día tras día volver al armario a por una de sus camisetas de infantiles dibujos que ella había odiado siempre. Aun conservaban su olor ese perfume que la hipnotizaba cada noche antes de sentir como el la envolvía entre sus brazos e iba poco a poco enrredando en su pelo hasta que sus labios atacaban su cuello.

Ahora se enfrentaba noche tras noche a la visión de una cama vacía de frías sabanas blancas, el aroma que ahora la acompañaba era el de un vino barato y sus buenos días los había cambiado por el frenazo de un coche que la hacia despertarse sobresaltada entre las sabanas manchadas de carmín para volver a disfrasarse otro día más.

viernes, 27 de febrero de 2015

Camino

Con la vista nublada y los ojos rojos de tanto llorar se sentó en el lateral del camino, era un largo camino lleno de baches, giró su cabeza y dirigió su mirada a los inicios de este camino que ahora semejaba tenebroso. 
Este comenzaba en una larga explanada que se bifurcaba en otros de apariencia insignificante, tan solo uno lleno de piedras y grietas algunas tan difíciles de traspasar que parecían el final del camino. 

Ella, como siempre, se decantó por el camino mas difícil. Y ahora sentada allí en mitad del trayecto, mirando lo ya recorrido y lo que aun quedaba por recorrer se preguntó si era el adecuado, pues frente a sus ojos se elevaba imponente una cuesta infinita. 

Al darse cuenta  de que esa cuesta podía esconder mil maravillas al otro lado tomó aire y sonrió, si no habían cosas espléndidas al menos estaría mas cerca del cielo por un momento.


Y empezó a subir...

Historias de invierno



El aire juega divertido con mis letras las ordena y las desordena en palabras sin sentido, quizás recuerdos de leves murmullos que quedaron atrapados en el viento, y este traicionero se entretiene susurrandolas en mi oído mientras me alborota el pelo.


Puede que sea historia aquello de lo que habla o tal vez sea tan solo una historia. 

La de una ventana, una chica y un invierno que parecia no tener fin, de tazas de té que se consumían a la velocidad del cigarrillo que en la otra mano sostenía. 

Y que irónica la vida cuando trata a las personas, pues de todos sus vicios el de la ceniza era el menos dañino.

Una simple distracción para no pensar en el fuego, ese que la apresaba al recordar el aroma de su perfume, sus ojos castaños clavados en los suyos, sus abrazos que en lugar de a ella aprisionaron su corazón.

Se marchó, hullendo, y dejo el corazón durante su camino, otra vez herido en batalla, otra vez perdido en manos del enemigo.