La habitación está oscura.
Por la ventana entra la luz tenue de la farola de enfrente, no alcanza a iluminar la puerta y yo, me conformo con pensar que por eso no veo la salida.
Dicen que si un escritor se enamora de ti, nunca morirás. Y yo, yo escribo para no morir, porque sé que ningún escritor se enamorará de mi.
Regalo mis líneas rotas a medio acabar, cargadas de falta de ganas, de fuerzas fallidas, a quien las quiera.
Regalo mis palabras vacías que van directas al pecho, a alguien que entienda que el recuerdo acecha, como solo yo puedo sentirlo adentrarse bajo mis sábanas, y luego se marcha riendo, dejándome con el suspiro en los labios. Me piden palabra más bonitas, realidades garabateadas con menos espinas. Lo hacen sin llegar a comprender, que en estas líneas mal construidas de millones de errores, se escapan rompiendo en mil pedazos mi existencia los gritos que llevo dentro, que aunque no encuentren consuelo en las palabras se vuelven tangibles y se marchan de mi interior, volviendose peso en el papel y no en la conciencia.
Y son esos días en los que no hecho de menos a nadie del pasado, tan solo a mi, pero yo quedé muy lejos ya.
Quedé en un invierno que no calaba, y una primavera que en lugar de florecer se marchitó, me perdí en este horrible sitio, la realidad, mi realidad.
Y que importa si las palabras son tristes o si no agradan a todos.
Yo escribo para seguir con vida.
Para odiarme un poco menos.
Para poder amarnos un poco más.
Escribo porque somos imperfectos, pero sobre todo porque nunca deberíamos buscar la perfección.
Los paisajes más bonitos no lo son, las mejores personas vienen hechas mierda por dentro.
Escribo porque aunque ningún escritor se enamorará de mi. Espero un día poder creer que me merezco a quien me ama.
http://ojoscolorinvierno.blogspot.mx
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