Se sumieron en el bucle infinito de los paseos por la playa en las noches de verano. Se abandonaron al tacto frío de la arena, que quemaba bajo sus cuerpos enredados. Sin mas testigo que la luna, sin más tiempo que el mercado por el ritmo de sus latidos.
Hicieron de un verano un universo paralelo sin pensar en el otoño, que no perdona ni a la brisa cálida de agosto, ni a los despertares sin horarios ni relojes.
Se quemaron tanto aún a sabiendas que los días de lluvia dolerían más tras los cristales humedos, ahora que ya las playas se van volviendo horizontes de sombrillas olvidados.
Se volverá temprana la hora de recogerse, este invierno se cobrará cada hora de mas que le robamos al verano. Y me pregunto yo, que pasará con los abrazos que desperdiciamos los días de calor, cuando el invierno se adentre en un limbo escondido tras la puerta de una habitación que aguarda a dos cuerpos entumecidos ya del placer, demasiado exhaustos de malgastar calor.
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