Hay algo en las playas que llena el alma de paz. El tacto áspero de la brisa del mar sobre la piel que te llena de melancolía envolviendo suave pero firmemente tu cuerpo en un torbellino de recuerdos y así tan pérdida, tan vacía me encontré yo a la mas bonita de las coincidencias.
Dicen, si mal no he oído que siempre encontramos lo que necesitamos donde menos nos lo esperamos, puede ser verdad o puede que tal vez yo llevase esperando esa playa desde el mismo momento de mi nacimiento. Me gustaría pensar, sin sonar demasiado ególatra, que ella me esperaba a mí.
Que llevaba años aguardando mi llegada y cuando por fin aparecí decidió bañarme con su fría mar, sin poder apenas controlar su emoción que mismo el doblez delicadamente planchado de mi pantalón se vio salpicado por su efusivo saludo.
Ahora bien, en esa playa donde aguardaba calada hasta los huesos, encontré lo mas valioso que puede encontrar alguien. A sí mismo.
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