domingo, 3 de enero de 2016

Volvernos a ver como llueve en Sevilla

Y aquí estoy yo a medio romper,
siendo más bache que persona.
Y ahí estás tú, dándole la espalda a la piedra,
y los dos con el mundo patas arriba,
sin saber como unir la grieta.

Éramos ilusiones. De esas transitorias, las que nos atacaban al abrir un regalo en navidad. Las de comprar un billete de lotería, para arrugarlo en un bolsillo al poco tiempo.

Éramos ilusiones de esas que se marchan con la realidad.
Para atacarnos con más fuerza que nunca al poco tiempo.

Éramos de esos acostumbrados a ir y venir, para atacarnos con los labios después de mucho tiempo. De esos que se abalanzan contra el cuerpo ajeno, buscando sentir lo que no nos da el nuestro.

De los que disfrutaban con cada embestida, pero mejor que fuera en la cama que en la vida.

Y joder, como le temblaban las manos al oír tu nombre, pero que bien disimulaba la tía.

Como siempre música de fondo. Algo de Andrés Suarez, y el volumen a tope.
Supongo que iba de evadirse, de no pagar las consecuencias.

A fin de cuentas la Bella durmiente quizás solo quisiese dormir, puede que estuviese cansada de esperar al príncipe azul que siempre llega tarde.

 Puede que se pinchase para poder descansar.

Puede que el príncipe no llegue a tiempo, otra vez, y que tu y yo nos volvamos a abandonar a nuestros bailes de colchón.

Para luego volvernos a ver como llueve en Sevilla, ahora ya sin compartir paraguas.

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