viernes, 27 de marzo de 2015

Ecos lejanos

La encontró con los brazos apoyados en el alféizar de la ventana y la mirada perdida, acercándose un poco mas pudo escuchar en medio de susurros aquello que jamás le había dicho...

Sería tan fácil tumbarse a contar las estrellas, todas aquellas que iluminan el cielo de media noche que retumban en ecos solitarios demasiado lejanos, demasiado fugaces, pero son solo eso ecos muertos que se ya hace tiempo que se han perdido, puede que en medio de mil ecos mas que también han seguido su camino.


Y sí, sería tan fácil tumbarse a intentar contarlas acallando los rumores de su perdida...

Por que a veces nos dedicamos a recordar ecos lejanos del pasado y de pronto chocamos con una realidad con esa que nos hace bajar la vista del cielo a nuestras manos entrelazadas y quien sabe quizás nos volvamos algún día ecos lejanos, estrellas en medio de un anochecer oscuro, pero esta noche solo quiero recordar la luz de tus pupilas clavadas en mis pupilas antes de irme a dormir.


La tomó de la mano y se fundieron en un abrazo, que dio lugar a besos, besos que fueron descubiertos por el amanecer...




Palabras

La ciudad aún dormía, en realidad esta ciudad siempre dormía. Limitaba su existencia a un bucle continuo de transeúntes que seguían su camino como monótonos cuerpos sin alma.

Eran las siete de la mañana otro día más un hombre despertaba en la puerta de un cajero, otro día más calado hasta los huesos. Mira a la gente pasar escucha sus conversaciones, no por cotilla, la escucha con miedo de olvidar su sonido de olvidar la increíble magia de las sílabas al deslizarse por los labios de la gente para, al instante siguiente estallar en una súbita música.
Pero el hombre sorprendido después de ya mucho tiempo sin ser parte de una conversación, escucha.

Atónito busca en su memoria pues ahora al escuchar a los monótonos seres que él recordaba como personas no escucha nada. Todo sonido producido se ha vuelto vulgar, han cambiado las palabras por simples monosílabos, por sílabas inconexas con el mismo valor que tendría para el una  moneda de tres euros. Acaso habría dormido tanto que también las monedas habrían cambiado?

Se remueve incómodo entre sus mantas y cartones. Que le han hecho a las palabras? A la magia? A los sueños?

Ha muerto, todo lo que el había amado había muerto. Rosalía, Antonio Machado, Becquer... Que le habían dado sentido al ya natural orden de las sílabas, ahora ya no había tiempo para la magia.

Huyó impávido, dejándolo todo atrás, el calendario seguiría pasando sus páginas sin que nadie recordase al mago de las palabras, pues ahora ya nada dura demasiado .

lunes, 23 de marzo de 2015

Playa

Hay algo en las playas que llena el alma de paz. El tacto áspero de la brisa del mar sobre la piel que te llena de melancolía envolviendo suave pero firmemente tu cuerpo en un torbellino de recuerdos y así tan pérdida, tan vacía me encontré yo a la mas bonita de las coincidencias.

Dicen, si mal no he oído que siempre encontramos lo que necesitamos donde menos nos lo esperamos, puede ser verdad o puede que tal vez yo llevase esperando esa playa desde el mismo momento de mi nacimiento. Me gustaría pensar, sin sonar demasiado ególatra, que ella me esperaba a mí.

Que llevaba años aguardando mi llegada y cuando por fin aparecí decidió bañarme con su fría mar, sin poder apenas controlar su emoción que mismo el doblez delicadamente planchado de mi pantalón se vio salpicado por su efusivo saludo.

Ahora bien, en esa playa donde aguardaba calada hasta los huesos, encontré lo mas valioso que puede encontrar alguien. A sí mismo.

viernes, 20 de marzo de 2015

Rutina

Ella llegó a casa tan cansada como siempre y la casa la aguardaba tan vacía como siempre.
Nada había cambiado desde el día anterior, se quitó la camisa como si así se despojase de su absurdo disfraz. A la camisa le siguieron sus pantalones.
Y asi, dejando un rastro de ropa de la cual se desprendía con indiferencia mientras que con su mano libre se aferraba a la botella de vino, se dirigió a su ya tan conocida habitación.

Que irónico resulta que se deshaga de todo aquello que le estorba para, día tras día volver al armario a por una de sus camisetas de infantiles dibujos que ella había odiado siempre. Aun conservaban su olor ese perfume que la hipnotizaba cada noche antes de sentir como el la envolvía entre sus brazos e iba poco a poco enrredando en su pelo hasta que sus labios atacaban su cuello.

Ahora se enfrentaba noche tras noche a la visión de una cama vacía de frías sabanas blancas, el aroma que ahora la acompañaba era el de un vino barato y sus buenos días los había cambiado por el frenazo de un coche que la hacia despertarse sobresaltada entre las sabanas manchadas de carmín para volver a disfrasarse otro día más.