viernes, 25 de septiembre de 2015

"Yo le rompí el corazón a un dragón"

Eres el incauto que se confió ante su suerte, demasiado arrogante.

Y ella es la que prefería besos a traición, antes que un buen revolcón. Ella que no soportaba los lechos baldíos. Tú que no la supiste valorar.

Ella tan golondrina, tú tan plomo en el pecho. Y joder que ella se moría por ti.
Pero moría por ti entero, no solo por las migajas que te dignabas a darle.

Si la hubieras visto como yo...tan rota, que prefiere no acercarse demasiado por miedo a dañar. Tan frágil, que prefiere no esperarte para no desilusionarse.

Pero pese a estar rota y frágil, es valiente, quizás demasiado valiente para ti. Te abrió de par en par las ventanas de su quebradiza torre de cristal. Y tu? Tu entraste dando portazos y haciendola tambalearse. 

Ahora ella tan rota, tan frágil, habita en sus ruinas y tú en su memoria. Ahora tú tan tú que asustas, te marchas, hieres, abandonas...

Y así otra vez mas el príncipe azul demostró no ser tan azul, y la princesa dejo de construir castillos en el aire para descender veloz el río, rumbo a ninguna parte. Rumbo a la memoria. Pobre príncipe azul, que ya no la logró olvidar...

Que sientes en las noches de cama vacía, cuando ella ya no tiene fuerzas para un buenas noches? Que sientes ahora pequeño príncipe al ver que en realidad eras dragón?  

"Yo le rompí el corazón a un dragón"

martes, 22 de septiembre de 2015

Amanece, septiembre. 



Amanecemos, bajo un sol que no quema la piel, al capricho de una brisa que cala hasta los huesos. 

Amanecemos a duras penas con el sonido de la alarma de fondo. Septiembre ya se nos escapa. Igual que se escaparon entre unos labios tintados de exagerado carmín rojo, los últimos suspiros en un andén. 

Se nos escapa Septiembre, éxtasis de recuerdos que ya no arropan al anochecer. Y son acompañados por copas de vino que ocupando ahora el lugar del carmín se apropian de esos tiernos labios.
Labios que ya no descienden tan al sur. 
Labios que ya no deshacen otros labios en medio de arrebatos de calor. 

Ya no hay sol que caliente la piel, ni piel que queme otra piel. Ya los recuerdos se enfrían junto con la rutina de un café en la cocina, y la banda sonora de un reloj que solo marca las horas, que ya no marca los momentos, pues no encontramos en las calles mojadas más esperas ni más ansias que las de volver a un lecho vacío, a un álbum de fotos corrompido por la soledad.  

Las heridas de la piel ya son comunes, ya no llevan nombre y apellido. La precipitación y las prisas solo las causa el horario. Y ese horario no tiene huecos vacíos no hay lugar para la sorpresa, para la locura. Ya no le queda lugar apenas para la añoranza, para el deseo de las noches de recuerdos de voces demasiado cercanas, de alientos que se confunden. 

El carmín rojo ha sido desterrado al fondo del cajón, lo ha borrado un rosa pálido que se pierde en medio de un rostro blanco, y quizás demasiado blanco. 

Amanecemos cariño, más lejos que cerca. Aún con el deseo de viajes hacia el sur, aún con la geografía pendiente. Despertamos sobre lechos de cenizas en los que hubimos volcado un fuego aterrador. Capaz de encenderse en medio de un océano.

Amanecemos sin nunca llegar a despertar, nos deslizamos sobre los rieles ya marcados sin pensar, porque pensarlo duele. Porque es más fácil hecharle la culpa a Agosto que nos hizo creernos invencibles. 
Solo eramos un par de imbéciles que se creyeron en un eterno Abril. 

Le rezamos demasiado a Baco, le tomamos la copa que nos tendía sin miedo y aceptamos su desorden. Pero el tiempo lo pone todo en su sitio. 

Ya son las 6 de la mañana, amanece, y el despertar viene acompañado de dolores de cabeza y un álbum de fotos caído. Septiembre corre veloz.

martes, 1 de septiembre de 2015

Mas allá del verano

Se sumieron en el bucle infinito de los paseos por la playa en las noches de verano. Se abandonaron al tacto frío de la arena,  que quemaba bajo sus cuerpos enredados. Sin mas testigo que la luna, sin más tiempo que el mercado por el ritmo de sus latidos.

Hicieron de un verano un universo paralelo sin pensar en el otoño, que no perdona ni a la brisa cálida de agosto, ni a los despertares sin horarios ni relojes.

Se quemaron tanto aún a sabiendas que los días de lluvia dolerían más tras los cristales humedos, ahora que ya las playas se van volviendo horizontes de sombrillas olvidados.

Se volverá temprana la hora de recogerse, este invierno se cobrará cada hora de mas que le robamos al verano. Y me pregunto yo, que pasará con los abrazos que desperdiciamos los días de calor, cuando el invierno se adentre en un limbo escondido tras la puerta de una habitación que aguarda a dos cuerpos entumecidos ya del placer, demasiado exhaustos de malgastar calor.