Lleva demasiado tiempo en la mierda del recuerdo. En la oscura caverna de Platón tan ciega y a la vez tan rota por tantas noches de ojos como platos.
Tan resquebrajada, por dentro óxido y escamas, por fuera diamante imposible de romper. Pero tan huidiza de este mundo que no se ha dejado pulir.
Navega en las corrientes de este río para arrasar sus esquinas. Para dejarse la piel en cualquier cama buscando alguna medicina. Nunca recordó ningún nombre.
Una vida llena de imágenes de imágenes. De realidades disfrazadas.
De ojos cerrados a cal y canto que no se sabe bien si duermen. De noches de sueños que nunca tuvieron ningún testigo. De pastillas para la resaca que se fundían su cerebro. Pero así no dolía. Así soñaba con soñar. Con aún tener esperanza.
En el terreno de los sueños nos encontramos con matices que van más allá de historias felices.Realidad anestesiada. Herencia de la generación perdida. Del boom de la libertad, ee descampados llenos de jeringuillas.
jueves, 29 de octubre de 2015
domingo, 18 de octubre de 2015
"A cinco abrazos bajo cero"
Si vuelves nos vemos al primer beso en punto. Junto a la tercera caricia bajando por la espalda, todo recto hasta el infierno.
No me juzguez si no sé medir el tiempo, si confundo los días y las horas con besos y caricias. No me juzguez si al pensarte mis manos buscan las tuyas y esta noche solo me encuentran a mí. A mi ser repleto de ausencia.
No me juzguez si mi piel desea tu piel. Si mis piernas buscan tus caderas para enredarse esta noche.
Mis manos recuerdan el tacto de bajar por tu espalda mientras mis uña van a clavarse, ahora estas manos sólo encuentran mi cuerpo tendido en una cama demasiado fría, y se deslizan por el contorno de mi figura hasta clavarse en mi soledad. Mientras en mi pecho se clava el puñal de recordarte, de sentirte tan lejos que resultas inalcanzable.
Mientras la luna me escucha sola. Enloquecida. Y el llanto, no entiende que no es el momento. Dejo de ser yo y me acobijo y me retaigo sobre mi misma.
Vuelvo a las noches de penumbra en las calles, donde me envuelve la oscuridad más abrumadora de todas.
Han vuelto, han vuelto los despertares con el rímel descolocado. Los labios rojos borrosos. Despertares sucesivos. Buenas noches de excesos que podrían no ver un amanecer más.
Miradas descolocadas, con la mente demasiado colocada. Ecos de música nocturna, mientras el la cabeza solo resuena Bob Dylan.
Y en la calle un vestido demasiado escueto,gente pasando. Como amigos y justicieros la botella de Ballantine's y el billete enrollado.
Como rutina tu mirada en cada rostro, tu aliento en cada racha de aire.
Viento de invierno que me mantiene a cinco abrazos bajo cero. A un suspiro del cielo. A una raya del infierno. De ese que bajaba todo recto por la espalda. Ese para el que cogí billete aferrada a tu cintura. Tú te quedaste en tierra, yo continué descendiendo hasta las profundidades. Demasiado tiempo llevo huyendo de las garras del pasado. De tus besos por mi cuello.
10:00 de la mañana olor a café y ruido de trajín en la cocina. La persiana a cal y canto. Ni una gota de luz por la ventana.
Si vuelves nos vemos al primer beso en punto. Junto a la tercera caricia bajando por la espalda, todo recto hasta el infierno.
No me juzguez si no sé medir el tiempo, si confundo los días y las horas con besos y caricias. No me juzguez si al pensarte mis manos buscan las tuyas y esta noche solo me encuentran a mí. A mi ser repleto de ausencia.
No me juzguez si mi piel desea tu piel. Si mis piernas buscan tus caderas para enredarse esta noche.
Mis manos recuerdan el tacto de bajar por tu espalda mientras mis uña van a clavarse, ahora estas manos sólo encuentran mi cuerpo tendido en una cama demasiado fría, y se deslizan por el contorno de mi figura hasta clavarse en mi soledad. Mientras en mi pecho se clava el puñal de recordarte, de sentirte tan lejos que resultas inalcanzable.
Mientras la luna me escucha sola. Enloquecida. Y el llanto, no entiende que no es el momento. Dejo de ser yo y me acobijo y me retaigo sobre mi misma.
Vuelvo a las noches de penumbra en las calles, donde me envuelve la oscuridad más abrumadora de todas.
Han vuelto, han vuelto los despertares con el rímel descolocado. Los labios rojos borrosos. Despertares sucesivos. Buenas noches de excesos que podrían no ver un amanecer más.
Miradas descolocadas, con la mente demasiado colocada. Ecos de música nocturna, mientras el la cabeza solo resuena Bob Dylan.
Y en la calle un vestido demasiado escueto,gente pasando. Como amigos y justicieros la botella de Ballantine's y el billete enrollado.
Como rutina tu mirada en cada rostro, tu aliento en cada racha de aire.
Viento de invierno que me mantiene a cinco abrazos bajo cero. A un suspiro del cielo. A una raya del infierno. De ese que bajaba todo recto por la espalda. Ese para el que cogí billete aferrada a tu cintura. Tú te quedaste en tierra, yo continué descendiendo hasta las profundidades. Demasiado tiempo llevo huyendo de las garras del pasado. De tus besos por mi cuello.
10:00 de la mañana olor a café y ruido de trajín en la cocina. La persiana a cal y canto. Ni una gota de luz por la ventana.
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