Con la vista nublada y los ojos rojos de tanto llorar se sentó en el lateral del camino, era un largo camino lleno de baches, giró su cabeza y dirigió su mirada a los inicios de este camino que ahora semejaba tenebroso.
Este comenzaba en una larga explanada que se bifurcaba en otros de apariencia insignificante, tan solo uno lleno de piedras y grietas algunas tan difíciles de traspasar que parecían el final del camino.
Ella, como siempre, se decantó por el camino mas difícil. Y ahora sentada allí en mitad del trayecto, mirando lo ya recorrido y lo que aun quedaba por recorrer se preguntó si era el adecuado, pues frente a sus ojos se elevaba imponente una cuesta infinita.
Al darse cuenta de que esa cuesta podía esconder mil maravillas al otro lado tomó aire y sonrió, si no habían cosas espléndidas al menos estaría mas cerca del cielo por un momento.
Y empezó a subir...
viernes, 27 de febrero de 2015
Historias de invierno
El aire juega divertido con mis letras las ordena y las desordena en palabras sin sentido, quizás recuerdos de leves murmullos que quedaron atrapados en el viento, y este traicionero se entretiene susurrandolas en mi oído mientras me alborota el pelo.
Puede que sea historia aquello de lo que habla o tal vez sea tan solo una historia.
La de una ventana, una chica y un invierno que parecia no tener fin, de tazas de té que se consumían a la velocidad del cigarrillo que en la otra mano sostenía.
Y que irónica la vida cuando trata a las personas, pues de todos sus vicios el de la ceniza era el menos dañino.
Una simple distracción para no pensar en el fuego, ese que la apresaba al recordar el aroma de su perfume, sus ojos castaños clavados en los suyos, sus abrazos que en lugar de a ella aprisionaron su corazón.
Se marchó, hullendo, y dejo el corazón durante su camino, otra vez herido en batalla, otra vez perdido en manos del enemigo.
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